3 Punts, Víctor Lope, Marlborough, Blueproject Foundation y FotoColectania
Esta semana he estado de paseo por la ciudad visitando galerías y otros centros de arte.
Vamos a ver qué nos ofrecen.
Empezamos por la 3 Punts, a la que de vez en cuando me gusta echarle un ojo. No suelen hacer exposiciones monográficas, aunque alguna tienen en su haber, de modo que es fácil encontrar algo que te guste o que te llame la atención (a parte de la cola de hipsters que suele haber los sábados para la cafetería de la esquina y que se ve desde el interior de la galería).

Me parecieron especialmente curiosas las esculturas anamórficas de Kiko Miyares. Inmediatamente piensas en «Los embajadores» de Holbein, porque te tienes que situar en un punto concreto para reconstruir la imagen de la manera más parecida a la realidad. El chico de la galería se reía viéndonos a mí y a mi pareja moviéndonos alrededor de la escultura y exclamando victoriosos: «¡Aquí, aquí! Mírala con un solo ojo y lo verás mejor». Y pensándolo, es curioso que se trate de una escultura y, por lo tanto de una imagen en tres dimensiones, que al final acabamos reconstruyendo como si estuviera pensada para verla en dos dimensiones. No sé si el objetivo es ese juego entre realidad percibida y perspectiva, pero desde luego es lo que todo el mundo acaba haciendo cuando se planta frente una escultura que se adentra precisamente en los modos de representación formal, tal como el artista explica en su página web. Me quedó la duda, o mejor dicho, me quedaron las ganas de saber cómo lo hace, es decir, ¿crea una imagen deformada con algún programa o con algún aparato, como se hacía en el barroco, que luego traslada a la madera o bien es un trabajo de cabeza con millones de bocetos? En cualquier caso unas piezas que destacan, ni que sea como curiosité.

Después subimos hacia la galería Víctor Lope. Como es evidente que ninguno de los dos tenía pinta de comprador… pues juraría que ni siquiera nos saludaron. Malgosia Jankowska tenía una exposición individual (porque ahora veo que justo la visitamos cuando ya terminaba, tal vez por eso sólo tenían flyers en inglés). Sus obras son agradables de ver, nada del otro jueves pero tienen su gracia. Obra clásica en términos generales. Grandes paisajes nevados (de ahí el título, Winter Tales) trabajados como gigantescas acuarelas de trazos gruesos y rápidos, conjugados en todas las obras con algunos detalles de líneas finas, como ilustraciones dentro de la pintura. Un sistema que se aplica un poco como quien busca a Wally, pero como digo, se dejaba ver.

Luego seguimos subiendo hasta la Marlborough, donde había una monográfica de Juan Genovés y la «Fátima» de Antonio López.
Lo más interesante fueron los bocetos para Fátima, la verdad. Para lo relamido que es Antonio López en su obra, había detalles inverosímiles e perturbadores, sobretodo los pezones de esta pobre chica, que o los tiene llenos de tumores o son francamente extraños. En cualquier caso, como siempre me gusta ver el work in progress, me gustó echar un ojo a los bocetos, casi más que la escultura en sí, que en el fondo y en la superfície es una obra académica donde las haya, así que poco que añadir.


Recuerdo claramente haber visto obra de Juan Genovés la primera vez que fui a ARCO, creo que en 2009 y ya entonces pintaba estas multitudes situadas en la nada o en un espacio minimalista. Me llamó la atención en ese momento porque era diferente de otros pintores, aunque probablemente llevaba años con esta línea de trabajo, solo que yo no lo conocía. Encontrar un artista que se pase 20, 30 o 40 años haciendo lo mismo es algo que me inquieta. No puedo evitar ponerme en su lugar y pensar en lo mucho que yo me habría aburrido ya. Al mismo tiempo, cuando un artista tiene varios proyectos y son todos muy diferentes entre sí, se le critica que no se decide, que no ha encontrado su lugar, su sonido o lo que sea que tenga que encontrar un artista. La verdad es que el mercado promueve claramente la uniformidad, de eso no hay duda. Cuando un artista tiene una bonita ocurrencia que se vende bien, por Dios que no cambie. Es lo que muchas veces he oído o leído que esgrimen como argumento para no promocionar mujeres artistas o escritoras. Estas actitudes no han quedado tan atrás como nos gustaría pensar, por desgracia sigue estando muy presente la idea de que las mujeres no ofrecen la estabilidad que el mercado necesita. Pero volviendo a Genovés, que me he desviado, no hay mucho que contar, sean intervenciones sobre obra gráfica, esculturas o pinturas, me da en la nariz que las obras de 2009 no serán muy distintas de las de 2020.

FotoColectania tiene en cartel el Archivo Paco Gómez. No conozco tanto el panorama de mediados del XX como para valorar si es un fotógrafo tan singular como reza la hoja de sala; la verdad es que creo haber visto bastantes fotógrafos en esta línea costumbrista, sobretodo cuando Gómez se acerca a la retratística de calle en los pueblos de la España de los 60. En cualquier caso, es un fotógrafo excelente, de eso no me cabe duda. Bueno ojo y un sentido de la composición impecable. En las fotos de arquitectura, que es el epicentro de su trabajo, destacan la búsqueda de las perspectivas más curiosas y las composiciones más pensadas. Se nota que la sensibilidad artística prima por encima del trabajo encomendado; tal vez otros fotógrafos que tuvieran el encargo de fotografiar una fábrica de embutidos no volverían de la excursión con imágenes como esta:

De la Blueproject Foundation sólo voy a destacar la obra de Il Salotto, que consiste en una instalación sonora preciosa, poética y espectacular que me dejó enamorada, lo confieso. Y también confieso que de entrada, cuando la chica de la galería nos dijo que por favor tuviéramos cuidado porque era delicada y blablabla, no las tenía todas conmigo, porque la verdad es que bajo el título arte contemporáneo nunca sabes qué te encontrarás. Y ahí también está lo genial, que te puedes sorprender y mucho, como me pasó con la obra de Nelo Akamatsu.
No había nadie más que nosotros. La luz era ténue. Sólo se escuchaban nuestros pasos, hasta que nos paramos y de todas partes nos llegaban esos tintineos, ahora aquí, ahora allá. Cuando te dabas la vuelta para seguir el sonido, ya no estaba. Es de una sensibilidad extraordinaria, que te envuelve en una especie de ambiente mágico. Los estantes con los vasos de agua también ayudan a crear este mundo de sensaciones y por supuesto la iluminación y el hecho de que nos encontráramos allí sin nadie más que nosotros, nos invitó a curiosear y ver cómo funcionaba la instalación.
Pero desvelar todos los secretos no tiene sentido, vale la pena pasarse y disfrutarlo en primera persona.
¡Hasta la próxima!
Un comentario en “De galerías por Barcelona II”