Las aventuras de Típico y Tópico. Típico y Tópico van al museo.

Estudiar Historia del Arte es bonito, o al menos eso dice la mayoría cuando descubre que eres licenciado en dicha materia. Luego te cosen a preguntas porque obviamente tienes que saberlo todo acerca de todos los artistas existentes en todos los períodos de la historia de la humanidad y si por un casual te preguntan por Fulanito de Tal y no tienes ni idea de quien es…estás vendido. La otra gran reacción –al margen, por supuesto, de la indiferencia absoluta- es la del dedo acusador: a ver, explícame por qué este Picasso vale una millonada, si esto lo hace mi sobrino de tres años. Primero, y siento desilusionar a los orgullosos tíos y tías, no es cierto que tu sobrino de tres años te pinte un Miró, un Rothko o un Kandinsky. Seguro que en lo más recóndito de no sé qué país hay un niño que hace maravillas con un din-A4 y un boli de ochenta céntimos, pero en general, la carga conceptual e incluso espiritual y el recorrido histórico que tienen muchas de estas obras, sencillamente no están al alcance de todos.

No es que la gente sea tonta ni mucho menos, pero ¿por qué está tan claro que hay que estudiar para hacer una ecuación de millonésimo grado pero en cambio todos lo tenemos que saber todo sobre arte? ¿Por qué cuando identificamos una pera o una manzana o un angelito en una obra pensamos que la hemos entendido? Delante de obras no figurativas se dan a veces –y yo he sido testigo de ello- auténticas discusiones sobre si tal garabato en realidad es un tipo con los brazos en la nuca o una zanahoria en forma de avestruz.

La historia del arte es una materia extensísima y muy compleja. Yo, que la he estudiado, no dudo ni un segundo en apuntarme a las visitas guiadas cuando voy a cualquier exposición o museo. Es cierto que a veces son tan genéricas que ni el profano aprende nada nuevo, pero en general dan información valiosa a la hora de entender lo que tenemos delante y si es una muestra de arte actual ya no hay ni que decirlo, ¿cuándo empieza la visita, por favor?

Recuerdo que al empezar la carrera me daba mucha rabia que ante algunas preguntas la respuesta de los profesores fuera “es que esto no es de mi especialidad”, “es que yo soy de la primera mitad del siglo XIX, no de la segunda”. Pero después de haberme visto acribillada a preguntas por todos los que descubrían que era historiadora del arte, lo entiendo perfectamente. Y lo peor es que pocas cosas tienen una respuesta definitiva e impepinable, para más inri… Por eso, la clave a la hora de enfrentarse a cualquier evento artístico, sea una performance, una pintura o un vídeoensayo, es el conocimiento. No hay más. Por eso es imposible que un historiador del arte lo sepa todo de todos, es materialmente inabarcable y necesitamos dormir y vivir y reproducirnos, mal que le pese al gobierno.

Entender qué te está ofreciendo un artista te da además la posibilidad de valorar otro de los grandes clásicos: ¿este nido de colillas es un timo?

 

¡Alguna respuesta y muchas más preguntas en próximas entregas!

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