Mujeres vistas por mujeres

Can Castelló del 3 al 20 de abril de 2018

Por «TEMPUS» Maite Pereny, Roser Busquets, Teresa Periel

Mujeres vistas por mujeres…relativamente, añadiría yo, porque estas artistas tienen unos ojos cuasi decimonónicos y sin duda masculinos. Mi pregunta es: ¿por qué? Si lo que querían era trabajar el desnudo femenino desde una perspectiva clásica…por favor, que el título se corresponda con las intenciones. Y si, aún peor, las intenciones eran honestas y lo que de verdad se buscaba era un enfoque femenino del cuerpo de la mujer, siento decirlo pero han fracasado estrepitosamente.

Escribo en este blog porque me da la gana, así que no suelo embarcarme en cruzadas personales. Las exposiciones que veo pueden parecerme más o menos interesantes,  intento aportar mi punto de vista y la cosa no va más allá. Pero en este caso, como mujer, me cuesta no sentirme ofendida cuando otras mujeres quieren venderme la moto con obras que podrían haberse producido hace cien años, en un contexto en el que no importábamos nada –o siendo muy generosa, casi nada- y por lo tanto la mirada era, como se dice ahora, heteropatriarcal. Puede surgir aquí la cuestión del qué esperaba al ver que se inauguraba una exposición titulada «Mujeres vistas por mujeres» pero no es mi lugar determinar qué debería exponerse en Can Castelló. Ahora bien, bajo el epígrafe que reza el título, el contenido no tiene salvación y para eso no se necesitan más que dos dedos de frente y un par de ojos. Y cuidado, en absoluto se trata de hacerse la modernilla con instalaciones violentas hechas a partir de restos menstruales, pero quiero pensar que hay más opciones.

Una obra de Teresa Periel
Detalle lateral en el que se ve el recorte de los desnudos pegado sobre el fondo. No sé si es porque ya estaba predispuesta a una mirada poco afectuosa, pero francamente, me pareció muy cutre.

La siguiente pregunta que surge en mi cabeza es ¿quién? ¿Quién ha dicho: qué estupenda idea, aceptemos este proyecto que reinterpreta lo establecido? No me explico que nadie haya pensado que tal vez haya algunas incoherencias entre lo que se está vendiendo y el producto real. Y si por algún motivo, no han sido las artistas, sino el centro quien ha querido subirse a un carro que no le toca, es en cualquier caso deshonesto y lamentable.

El texto que acompaña las obras es el siguiente:

La exposición propone una mirada a las interpretaciones del cuerpo de la mujer realizada por tres artistas, que aunque trabajando las nuevas tecnologías -cosa que, tras echar un vistazo a sus páginas web, no he conseguido vislumbrar-, quieren en esta ocasión, plasmar en pintura y dibujo su visión personal. El cuerpo desnudo de la mujer como elemento artístico, sin cargas sociales, sin subordinaciones ideológicas y culturales ni de dominios. La mujer Libre y Natural.

Desnudo azul, Picasso, 1902.
Algunas de las obras de Roser Busquets

Miremos estas dos obras, la primera es de Picasso y la segunda es una de las presentadas en la exposición. La pintura de Picasso es sólo un ejemplo de muchos, porque es una pose  bastante socorrida, sobretodo en las Primeras Vanguardias. No hablemos de cuestiones técnicas, preguntémonos sólo qué aporta la pieza expuesta en 2018 en relación con la de 1902.

Una de las pinturas de Maite Pereny

Una interpretación personal de lo que sea implica algún tipo de cambio respecto al original, una aportación que le da la vuelta a alguno de los aspectos de los que se parte. Por poner un ejemplo, el Equipo Crónica daba un giro a obras de Velázquez y Picasso para llevarlas al terreno de la crítica sociopolítica en el contexto del franquismo. En este caso, como en cualquier relectura de una obra o un tema ya trabajado por otros artistas, no es posible confundir el original con la nueva lectura que se ofrece. Esto no ocurre aquí, no hay una visión personal, alejada de las cargas sociales, subordinaciones ideológicas y culturales ni de dominios porque se ajusta sin desentonar ni una pizca de lo establecido por sociedades pretéritas. Y hete aquí mi mayor temor, ¿tenemos los ojos y el cerebro tan castigados que ni siquiera somos conscientes de dónde partimos? ¿Estamos condenados a vagar por el mismo camino por los siglos de los siglos? Esto y la falta de rigor del centro cívico son sin duda lo más preocupante de esta exposición.

 

 

 

 

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